La formación del yo comienza con el nacimiento, en el primer encuentro con el mundo externo. El YO, ateniéndose al principio de realidad, trata de ajustar las pulsiones del el ELLO (dominado por el principio del placer) a las exigencias del SUPERYÓ (dominado por el deber moral). Su papel, por tanto, es interceder entre los impulsos y deseos instintivos, por un lado, y las presiones morales, por otro, fuerzas a menudo inconscientes, y entre éstas y las exigencias del medio social.
.
El YO juega el papel de ordenador de la personalidad. Es en parte consciente y en parte inconsciente. En la infancia el YO es débil ( es decir, si no ha logrado acumular la suficiente energía psíquica) estará a mercedes de las fuerzas opuestas del ELLO y del SUPERYÓ), pero va desarrollándose a través del proceso de identificación hasta llegar a controlar la personalidad madura. El YO es práctico, y se rige por el principio de la realidad, es decir, descarga pulsiones procedentes del ELLO de forma que no entren en conflicto con la sociedad. Es capaz de posponer la satisfacción, cosa que el ELLO no puede hacer.
El YO, con la energía que ha acumulado, debe restringir las actividades irracionales del ELLO, por una parte, y las del SUPERYÓ por otra. La energía sobrante la dedica al desarrollo de las funciones psicológicas y a la integración correcta del conjunto del aparato psíquico.
El YO es, ante todo, un ser corpóreo(que tiene cuerpo o volumen), y no sólo un ser superficial, sino incluso la proyección de una superficie.
La función de YO es como el “ejecutivo”, porque dirige las energías suministradas por Ello. Éste es como un rey ciego con un poder impresionante, pero que depende de otros para que ejecuten sus órdenes. El ELLO sólo puede formar imágenes mentales de las cosas que desea. El YO obtiene su
poder para dirigir el comportamiento al relacionar los deseos del ELLO con la realidad externa.
El YO es el sistema del razonamiento, la planeación, la solución de problemas y la decisión. Tiene el control consciente de la personalidad.
El YO queda atrapado entre el ELLO y el SUPERYÓ, sobre él pueden ser intensas las presiones. Además de satisfacer las demandas en conflicto del ELLO y el SUPERYÓ, el YO sobrecargado debe enfrentar la realidad externa.
El yo tiene dos funciones muy importantes, que son.
a. Examen y sentido de la realidad: el yo tiene la llave de la motilidad, que le permite al mismo tiempo comprobar la existencia real de los objetos. Se vale de dos recursos: el examen de la realidad por medio de la actividad motriz y el sentido de la realidad, en el que ya no hay necesidad de motor y mediante la cual se sabe si el objeto está realmente allí. En el hombre medio normal, el yo perceptor y el yo enjuiciador se desenvuelven paralelamente, ya que sus actuaciones son armónicas, dentro de los límites variables de cada individuo.
b. Función sintética o de homeostasis: consiste en recibir el impulso, diferenciar de dónde llega, luego realizar un proceso de síntesis entre los distintos elementos que llegar del ello, tratando que una cantidad determinada de energía pueda descargarse en un sólo movimiento, si esta satisfacción no provocara una reacción del superyó.
BIBLIOGRAFÍA
Gran Enciclopédica Científica Cultural / Comportamiento Psicología, Edición 1981-1982, Cultural, S.A. de C.V., Jorge Luis Mustieles, Psicólogo.
Fundamentos de Psicología, 8ª. Edición, Dennos Coon, Internacional Thomson Editores, 2001
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario