jueves, 28 de enero de 2010

PSICOLOGÍA EVOLUTIVA

Psicología evolutiva

Los grandes avances del conocimiento humano en las áreas de la sociobiología, psicología evolutiva, neurociencia, genética y biología en general, están provocando cambios perceptibles en la manera en la que el ser humano se percibe a sí mismo y a quienes los rodea. Estos avances de la ciencia han permitido ir descubriendo las razones del porqué actuamos de determinadas maneras ante determinadas situaciones. A su vez, nos brindan respuestas (o nos bien encaminan a ellas), sobre eternas cuestiones del ser, como lo son la ansiedad, las relaciones interpersonales, los males patológicos, los prejuicios, etc. Sin embargo, estos hallazgos no sólo están afectando la manera de mirar el mundo de los seres humanos, sino que ciertamente, la manera en cómo lo están afrontando. Desde tiempos remotos, el ser humano ha ido evolucionando y sobreviviendo de acuerdo a las conductas y condiciones que le han permitido perpetuarse en el tiempo.
Por otra parte, la adaptabilidad de la raza humana, ha permitido que éste haya ido adoptando nuevas formas a través de un cada día mayor uso de la información disponible. Y es que la incorporación de nuevas informaciones ha sido la fuente de los mayores cambios de la humanidad. Con ello, la obligación del ser humano de adaptarse a estos cambios en pos de la sobrevivencia de la especie. En la actualidad, esta información se traduce en acciones políticas o públicas que permitan una mejor convivencia entre las personas. Hoy en día, se ha renunciado a la selección natural en las dimensiones en que se era percibida hace 13.000 años, pues en estos tiempos el ser humano se las ha ingeniado para hacer sobrevivir a la gran mayoría, incluso a los más débiles.
En términos sociobiológicos, los sistemas sociales humanos han sido modelados por procesos evolucionistas. Esto quiere decir que el funcionamiento de las sociedad humanas ha permitido la existencia de éstas. Dado a que en el pasado han funcionado, hoy en día se observan como tales. En la misma línea, el fin último de todo organismo es sobrevivir y reproducirse, por lo que sus conductas y sistemas responden a este objetivo. Una vez entendido lo anterior, podemos sostener que a lo largo del tiempo, la especie (no sólo la humana) ha participado de una selección natural, en la que han sobrevivido y dejado descendencia, aquellos individuos que han podido sortear los obstáculos de las condiciones ecológicas y sociales del entorno en el que se han desenvuelto. Cabe hacer la distinción entre individuo y especie, pues las especies y no los individuos evolucionan y persisten a lo largo del tiempo. Dentro de las especies, destaca el ser humano, único capaz de lograr la adaptación total a todos los climas y ambientes sociales. Pero cabe preguntarse, ¿Ha sido siempre así?
De un tiempo a esta parte, el desarrollo de las tecnologías ha permitido que la selección natural se distorsione un tanto. Por ejemplo, en el área de la medicina, el desarrollo de medicamentos ha cambiado el status quo de lo que antes era una muerte devastadora de prácticamente una población entera por la tuberculosis o la fiebre amarilla. Hoy en día, enfermedades de igual magnitud como la gripe aviar son ciertamente controladas por el desarrollo de rápidas medicinas que frenan el exterminio humano. Por otra parte, el desarrollo de los Estados de bienestar, tan comunes en Europa post Guerra Mundial, han permitido que la población cuente con una plataforma de servicios que con anterioridad hubiesen significado millones y millones de personas caídas en el intento de preservar su descendencia. Cada día que pasa, la población mundial aumenta su esperanza de vida, menos gente muere de frío y más individuos se esperanzan por la aparición de una cura que les salvará la vida. Las atrofias físicas y mentales son tratadas y perseveradas por la sociedad, todo esto, por la aparición de la moral y los valores heredados de una cultura occidental fuertemente católica en términos valóricos. De todas formas, estos cambios son muy pequeños para ser observados evolutivamente en tan poco tiempo, pero algunos indicios históricos nos dan para pensar. En la época de los mitos de Aquiles y Hércules, los hombres eran evaluado sor su capacidad guerrera, vale decir, por su coraje y valor, y sus condiciones físicas complementarias. Eran tiempos donde realmente sobrevivían los más fuertes, en el caso de los hombres, y las más hermosas e inteligentes, en el caso de las mujeres. Sin embargo, la historia occidental da un giro tremendo con la popularización de la Iglesia Católica, sobretodo por su inminente influencia en los cánones educacionales post caída del imperio romano. En éste nuevo escenario, los valientes dejaron de ser aquellos valerosos caballeros de guerra y pasaron a ser aquellos que padecían. Según la Biblia, el reino de los cielos es de quien sufre, y su valentía está, en su estoica capacidad para soportar el dolor y las penurias de la pobreza. Ahí comienza la preservación de los “más débiles” y el desmoronamiento de la selección natural, que si bien no desaparece (y ni cerca de desaparecer), se ve condicionada por la capacidad que ha tenido nuestra especie de proteger a aquellos que naturalmente y por sí solos, no pueden trascender.
Por otra parte, los avances de la información científica han entablado un nuevo debate en la agenda política. Cada vez es más común oír sobre estudios que explican los comportamientos ex post del ser humano, sin embargo, el gran desarrollo que ha tenido la genética desde que comenzó su decodificación, ha permitido plantear el tema desde el ángulo del ex ante. A través del estudio del genoma humano, estamos en condiciones de predecir los comportamientos de las personas. Claramente, no estamos hablando de un grado de certeza absoluta, pero si de información relevante a la hora de tomar decisiones importantes, a modo de probabilidades de ocurrencia. Por ejemplo, si un individuo postula para hacerse cargo de la capitanía de un avión que semanalmente transporta cientos de pasajeros, la información que se pueda desprender de su ADN puede resultar interesante para prevenir ciertas conductas que atenten contra la estabilidad de su función de piloto. O si en la rendición de los exámenes de rutina para obtener una licencia de conducir se advierte que genéticamente el examinado tienen una alta propensión al alcoholismo, ¿Le darías la licencia? Lo mismo puede ocurrir en la corte al sentenciar a un acusado por algún delito. La información que contiene el ADN de los individuos puede resultar fundamental para una mejor toma de decisiones socialmente eficientes.
Sin embargo, el tema no es tan sencillo como llegar y utilizar la información genética. Al margen de los altos costos financieros de llevar esta medida a cabo, nos enfrentamos a la cuestión moral si es realmente correcto predeterminar a las personas según su ADN. La información que contiene éste, es una guía de posibles conductas del ser humano, las cuales son muy bien explicadas una vez ocurrido el comportamiento pero riesgosamente utilizables antes de que el individuo actué. De esta forma, se pueden realizar privaciones injustas o sentencias incorrectas al basarse en propensiones y no únicamente en hechos concretos. Es por esto que pienso, que antes de incorporar la teoría evolutiva y los recientes descubrimientos en biología y genética, a las sociedades actuales les corresponde debatir acerca del tema. La implementación arbitraria me parecería un error pues en un tema de tamaña delicadeza se debe tratar de obtener un consenso social que muestre los beneficios sociales que existen al aplicar la medida, por sobre la situación de seguir como estamos. De todas formas, su ingreso debiese ser paulatino y mediante pruebas o áreas piloto en donde se pueda testear, evaluar y retroalimentar las consecuencias de dicha política.
En definitiva, me parece que los grandes saltos de las disciplinas que estudian la composición y el comportamiento humano, son desde mi punto de vista, avances que por ningún motivo debemos ignorar. Sin duda alguna nos encaminan hacia una sociedad más justa, eficiente y coherente con quienes somos, al ser las potenciales políticas públicas, provenientes de esta nueva información disponible, más enfocadas en cada individuo que en patrones de conducta uniformes e iguales para todos. Pese a lo anterior, vuelvo a sostener que es muy importante ser cautelosos en su implementación pues la sociedad en general no presenta la madurez necesaria para adoptar un cambio que afectará a todas las esferas de la vida, cambiando sin duda alguna, la manera en la que nos percibimos a nosotros mismos y nuestro entorno.

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